Un buen lugar para vivir con todos los servicios de una ciudad.
Impresionante
Es una pequeña ciudad hermosa con gente cordial, amable y cariñosa.
La han remodelado y ha quedado mucho más moderna, pero la cafetería no se tocado y parece del siglo pasado. Las cubiertas de las vías son estrechas cuando llueve un poco fuerte te sueles mojar un poco.
La estación ha sufrido una importante remodelación en las vías, acceso a las vías y exteriores del edificio. En el interior las cosas han cambiado muy poco. Tienes los mostradores para billetes de tren, las máquinas para billetes de tren y la cafetería. El acceso a las vías más lejanas ha mejorado y ahora dispone de ascensor.
En el lado negativo, el edificio de la estación empieza a parecer pequeño e insuficiente para una ciudad como Vilagarcia y unas instalaciones ferroviarias como las actuales.
Sitio tranquilo para los que estamos de paso
Mas pendientes de tomar el café que de atender a los usuarios
Renfe no recogió a todas las personas que tenian billete para hoy a las 3,30. Están en la estación. Les ofrecen subir en el siguiente tren de pie. ¿Qué pasa? ¿Tendrán que poner tantos vagones como billetes hayan vendido, no?
Las instalaciones son adecuadas. He ido muchas veces a recoger y llevar familiares, y a pesar de las obras de la llamada “alta velocidad” y otras muchas, siempre tienes la sensación de que está tal y como estaba hace treinta años, lo que no es malo. Lo que sí es malo o más bien peor es encontrarte sin aparcamiento a cualquier hora del día. Me parece de muy baja catadura moral que la gente aparque allí sus coches para coger el tren hacia su destino y los vehículos queden allí todo el día, lo que deja a los demás, a los que en mi caso acompañamos a otras personas para coger sus trenes, sin aparcamiento, con las consiguientes dobles filas, aparcamientos en reservados para discapacitados o en los reservados para los empleados, y siempre pendientes de que no nos multen. Da la sensación de que, aunque hubiera aparcamiento para 500 coches, estaría lleno igualmente. Creo que no cuesta tanto ni obtener una tarjeta de “residente”, aparcas ahí el coche todo el día para coger el tren, poniendo un cupo máximo porque todos somos muy señoritos, y dedicar otra parte del aparcamiento a los que quedamos diez minutos para recoger o llevar a otra persona.
Cuando las cosas no se quieren hacer bien, no se hacen. Y ya que estamos, el de la cafetería no puede ser más desagradable. De ese tipo de individuos que echan a los clientes.